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Cide Hamete

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Hoy he hecho mi habitual paseo por los blogs amigos. Y he descubierto que por alguna extraña razón no podía enviar comentarios. La técnica tiene estas desagradables sorpresas a veces.

A menudo me gusta más comentar los artículos de otros que escribir los míos.

Iba a decirle a Athena que me daba mucha envidia por su viaje a Burgos. Las fotos son preciosas, como la mayoría de sus artículos.

También iba a contarle a Acróbatas que se le ve muy guapa en esas medias fotos e iba a intentar darle razones para no tener que leerse El código Da Vinci, diciéndole que la vida es demasiado limitada como para leerlo absolutamente todo. Así que más vale pasar de modas y buscar un criterio propio. Si ese libro es realmente bueno seguirá siéndolo dentro de 20 años. Si entonces te sigue apeteciendo... Lo que le dicen sus compañeros es como si te dijeran: "Siendo que tanto te gusta la música, ¿no has escuchado entero el último disco de Bisbal?"

Hubiera querido comentar lo interesante que me ha parecido la historia de Sylvia Plath que cuenta Juls. Lo que no sé es si me habría atrevido a contestar las seis preguntas que hace. Creo que habría contestado porque soy muy bocazas, pero mi respuesta sería necesariamente absurda, como la situación que genera que alguien se pueda hacer esas cuestiones que, como ella, yo también me hago.

También me habría apetecido agradecerle a Antón su artículo sobre Miquel Batlorri, que me ha parecido un personaje muy interesante y que no conocía. Una entrevista estupenda llena de preguntas sencillas que le dan todo el protagonismo al entrevistado. Tal y como deberían ser siempre las entrevistas. Estamos demasiado acostumbrados a que el periodista busque su lucimiento con preguntas supuestamente ingeniosas o comprometidas. Me ha encantado.

No entiendo nada de las noticias de hoy.

El mundo está loco o algo extraño ocurre que me ha hecho perder la noción de la realidad.

Resulta que el mismo día que un concejal de Berango (Vizcaya) ve atacada su casa, ETA anuncia que no va a atentar contra cargos electos de partidos españoles. Curiosa manera de poner fin a este tipo actividades.

Por otro lado, veo a un montón de obispos manifestándose en contra de los matrimonios gays. Es la primera vez que veo a la jerarquía eclesiástica en una manifestación, supongo que para ellos es muy importante evitar esta ley.

Hace año y medio había muchas manifestaciones para evitar la guerra de Irak. Manifestaciones por todo el mundo. Incluso el Papa Juan Pablo II se pronunció en contra de la guerra. Esas manifestaciones no debían lo bastante importantes como para que los obispos se manifestaran. Quiero entender que para la jerarquía eclesiástica es más ofensivo para la humanidad el aprobar el matrimonio entre homosexuales que el lanzar bombas y asesinar personas.

Porque sé que la iglesia y la jerarquía eclesiástica no son lo mismo, y porque he leído el Manifiesto y la carta a los obispos que una organización laica pero católica ha hecho y un montón de personas han firmado, sino pensaría en borrarme de católico.

Espero que mañana sea un día más normal. No me apetece encender la radio y encontrarme con estas locuras.

panaderías, chinos, todo a cien,..

No sé si habréis pensado cómo la sociedad va tratando de comerse nuestra personalidad. Cómo la televisión elige los músicos que queremos escuchar, o cómo elegimos a un político en función de cómo salga en las fotos. Pero hay ejemplos más sencillos.

En mi barrio hay una pastelería que también despacha pan. Unas fabulosas barras que hacen en el mismo establecimiento. Esta pastelería lleva allí toda la vida y siempre ha servido pan los domingos. Es algo que todos los habitantes del barrio sabemos de siempre.

Hace unos meses pusieron una tienda perteneciente a una franquicia, con su llamativo letrero rojo, su insufrible propaganda en los buzones y una pegatina enorme en la fachada que comunica que ahí se vende pan los domingos. El pan que ofertan no es ni mejor ni peor que el de la panadería, a mí me gusta menos, pero con el pan cada uno tenemos nuestros gustos. A mí me gusta que cruja la corteza y que tenga mucha miga, pero otros prefieren otra variedad.

El pasado domingo fui a la pastelería a comprar pan. Al regresar pasé por la puerta de la nueva tienda, y en la calle había una cola de unas 30 personas, más las que había dentro esperando para poder comprar pan. Me acerqué a un conocido que estaba en la fila, le quedaba un buen rato de espera.

- ¿Qué haces aquí? - pregunté a modo de saludo
- Nada, esperar, ya ves qué cola.
- Chico, si no quieres esperar, también puedes comprar pan en la pastelería de aquí al lado.
- Pues también es verdad, ya ni me acordaba de esa pastelería.

Este muchacho abandonó la cola y fue a la vacía pastelería a comprar pan. Me sorprendió ver que basta un escaparate iluminado, un logotipo moderno, unas tenderas monas y con delantal a juego con la decoración del lugar y un cartel rojo para que nos olvidemos de aquello que hemos hecho durante años.

Tengo otro ejemplo. He sido muy aficionado a las tiendas de "Todo a Cien". Me encantaba pasear entre el desorden en el que de repente te aparecía eso que ni se te había ocurrido que necesitabas y volvías a casa convencido de que a partir de entonces tu vida iba a ser mejor. Esas tiendas degeneraron hasta convertirse en almacenes de todo y tiendas de nada. Ahora, al menos en mi barrio, la gente les llama chinos, porque de alguna extraña manera estos inmigrantes asiáticos se han hecho con todas las tiendas de este tipo.

Ya no vale todo 100 pesetas y ni siquiera tiene todo el mismo precio. Pero seguimos entrando buscando eso que nos ha de hacer más llevadera la vida. Entré hace poco y compré un dosificador de jabón para el baño. El jabón de manos que contenía aromaba mis manos con un agradable olor a limón. A los dos días en un supermercado, entre tetra-briks de leche, bolsas de magdalenas y gel de afeitar, vi un dosificador con aroma de limón con 100 ml más de jabón por el mismo precio. ¿Quién me iba a decir a mí que "el chino" iba a tener peor precio en dosificadores de jabón? Semanas más tarde entré nuevamente a un No-todo-a-cien a comprar un neceser de baño para mis viajes. Los que había eran muy sencillos, con cremallera o botones, de varios colores,... valían 5€. Antes de ir a pagarlos se me ocurrió que debía compararlos con los que vendían en una tienda de bolsos y maletas que lleva en el barrio 30 años. Entré en la tienda y me compré sin dudar un neceser con bolsillos, con costuras dobles y reforzadas, con forro interior, departamentos para dejar el cepillo de dientes, o el peine,.... Y todo por 5.50€. Cincuenta céntimos más caro, pero quizá el doble de calidad. Eso sí, en el interior una etiqueta decía: "Made in China". Me fascinó ver como sin darnos cuenta, los primeros Todo a Cien, aquellos que realmente tenían todo a cien pesetas, sirvieron de propaganda a los actuales No-todo-a-cien, de manera que es difícil convencer a nadie que vaya a comprar nada a una ferretería, a un bazar, o a una tienda de bolsos de toda la vida. Nuestra vulnerable personalidad no acepta que otra tienda pueda servirnos de un modo más eficiente que estas tiendas "tan baratas".

Creo que es un asunto de comodidad. Me lo han puesto tan fácil, que para qué voy a molestarme en discurrir dónde venderán esto o lo otro si ya sé que el chino lo tiene. Luego querremos figurar como consumidores responsables y decir que comparamos precios.

Hace unos días se me partió la cuchara de madera que usaba para cocinar. Supongo que en la droguería de toda la vida seguirán vendiendo. Aunque por si acaso compararé el precio y la calidad con las que venden en los chinos.

Si en la calle, con tan pocos recursos, nos lavan el cerebro ¿Qué no harán las grandes compañías de discos, las grandes editoriales, los grupos mediáticos, las televisiones, etc. con nuestras opiniones, nuestra forma de actuar o de pensar,...? Supongo que tenemos que asumir que somos vulnerables y luchar contra ello. Pero esa lucha hay que empezar a hacerla en nosotros mismos contra nuestra propia pereza.

conversación telefónica

ayer tuve una animada conversación telefónica con mi apreciada amiga Nevers. Generalmente nos llamamos para hablar de cualquier cosa que podríamos haber solucionado por correo electrónico, pero ya de paso hablamos de libros, de nuestros conocidos y de cómo nos va la vida. Como ya he dicho, una charla animada.

A propósito de su comentario en el artículo de hace unos días, me comentó que le gusta leer los evangelios, sobre todo para poder usarlos de forma sacrílega. El tema de conversación derivó hacia San Pablo, que es uno de mis personajes bíblicos favoritos. Su figura representa el carácter y el empeño en el camino en contra de las circunstancias.

Me encantó la respuesta tan catalana que me dio al respecto, que fue algo así como: "Claro, porque San Pablo debía ser aragonés". Y supongo que se trata de eso precisamente, que es la parte noble y bruta de San Pablo la que me llama la atención.

Vuelta gratis en coche de policía

Vuelta gratis en coche de policía

(¡GRATIS! Una vuelta en coche de policía si robas en este almacén)

Una compañera de trabajo me trae esta foto. Está tomada en una tienda de un pueblo de Carolina del Norte, EE.UU.

No sé si decir que se trata de humor anglosajón.

En Londres vi carteles que venían a decir: "Sonríe, estás siendo grabado por nuestras cámaras de seguridad"

Lo dicho, humor anglosajón.

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El futuro no existe. Y no porque lo diga ningún filósofo del rocanrol. No existe, al menos para mí, porque cada vez que he creído en él, cada ocasión en la que ha parecido vislumbrarse algo parecido al futuro, algo ha ocurrido que ha trastocado todos los planes y el futuro se ha convertido en algo que existió como miedo, esperanza, excusa, sueño,... algo que fue polvo de talco en medio de la corriente de aire.

Estando así las cosas, ¿para qué preocuparse por algo que no existe?

A veces me planteo incluso poner el despertador para levantarme al día siguiente. Es posible que el día siguiente no exista tampoco. Quién sabe. Y sin embargo sigo pasando muchos momentos pensando en el próximo fin de semana, en las vacaciones de dentro de unos meses, en las próximas Navidades. Qué pensamientos más absurdos.

Todo este razonamiento es mentira también, pero ¿y si es verdad? ¿y si el futuro no existe? Creo que hay mentiras que nos ayudan a avanzar aunque no sepamos hacia dónde.

Pensándolo bien, el futuro existe pero es una mentira no escrita en ningún sitio.

Impuestos nuevos

Supongo que lo de los impuestos es un mal necesario. Queremos servicios públicos y que las calles y carreteras estén en condiciones, luego hay que pagar impuestos. Está claro.

Eso sí, en el manejo de los impuestos se pueden pedir dos cosas:

· que se manejen de forma honrada por parte de los responsables políticos

· que su pago se distribuya de forma justa.

He leído este domingo en el Heraldo de Aragón que el Gobierno de Aragón va a aplicar eso que llaman "el céntimo sanitario" a las gasolinas. Primeramente me sorprende que este céntimo sean en realidad 2,4 céntimos. Es decir, las gasolinas subirán casi un 3% debido a este impuesto.

Yo trato de usar el coche lo menos posible y, por tanto, creo que no estoy excesivamente afectado. Pero no comprendo que tenga que pagar más impuestos el trabajador de una empresa que esté a las afueras de la ciudad que el que trabaje en el centro de Zaragoza. O un representante de lapiceros que vaya de kiosko en kiosko, que el dependiente de una panadería. En definitiva, que no me parece un impuesto justo.

A mí el impuesto que me parece que es más justo es el IRPF. Tanto he ganado, tanto he de pagar. Aunque siempre puede haber manejos para esquivar el pago.

Escuché hace poco a un responsable del ministerio de Hacienda que no se debería volver nunca al sistema de deducciones. Supongo que este tipo sabe mucho más que yo de economía. Esto no resulta demasiado complicado, ya que yo no tengo ni idea. Pero recuerdo que cuando era crío y me compraban unas gafas, mi madre no dejaba de pedir la factura porque "deducía". Hoy por hoy, nunca te acuerdas de pedir la factura en estas cosas, con lo que los beneficios declarados por cualquier óptica quedan a expensas de la buena voluntad del jefe del negocio. Gracias a Dios tampoco uso gafas ya, pero sigo yendo al dentista de cuando en cuando, o pagando servicios que antes servían para deducir en el IRPF. No me parece tan malo el sistema. Garantizas que existe una factura por el servicio y además repartes esos impuestos de una manera que puede ser justa. Me figuro que, como todos los sistemas, tiene sus agujeros.

Supongo que quitando deducciones también te puedes permitir el lujo de reducir impuestos, con toda la demagogia que se puede hacer ante este hecho. Vende mucho en un político decir que baja el IRPF, cuando en realidad puede estar diciendo que ciertos servicios serán para el que los pueda pagar y esté dispuesto a ello. Vale, reconozco que esta última frase también es demagógica, pero mantengo que el sistema de impuestos que se está imponiendo no es de mi gusto.

Odio lo oriental.

Entiéndanme bien, no es que odie a los chinos, ni a los que tienen ojos rasgados. No, no se trata de eso. Simplemente es que no entiendo esta moda que hay ahora de considerar que todo lo tocante a la cultura o filosofía oriental está por encima de lo occidental.

Tengo un amigo muy aficionado a todos estos asuntos orientales. Se empolla los biorritmos, practica tai-chi y, de cuando en cuando, es capaz de decir con un cubata en la mano, cosas como que hace más ruido un árbol cayendo que mil creciendo. Entiéndanme es un tío estupendo, pero cada uno tiene sus contradicciones. Mi amigo, dentro de lo que cabe es capaz de agarrar un libro de Meditación hindú y luego una novela de Dickens. No obstante, no puede dejar de leerse Kim, sólo porque yo le digo que se trata de un libro sobre un camino iniciático, con mucha filosofía oriental. Yo le cuento esas cosas así porque sé que es superior a él, y porque es la manera de convencerle para que se acerque a Kipling. De cualquier forma, estoy harto de ver gente que se lee "El arte de la guerra" porque la filosofía oriental de la guerra de hace mil años es muy adaptable al día a día de una oficina actual. Ojo, comprendan lo que digo. Yo me he leído ese libro y está bien, pero no hay que sacar las cosas de quicio. Mucha gente que se queda fascinada por "El arte de la guerra" piensa que el Mito de la Caverna de Platón es una cosa "irreal" e imaginada, o incluso pasan de leerlo.

No se trata sólo de libros, gente que hace Chin-kú, o Kin-chú, o como narices se diga, no hará nunca algo tan occidental como una flexión, o una abdominal. Porque claro, con una abdominal te puedes lastimar la espalda, pero como los orientales son tan contemplativos, tan reflexivos, tan superiores, han diseñado una gimnasia basándose en los partos de los flamencos en época estival, que es la leche, de soja, of course.

El otro día fui a una exposición en el palacio de Sástago de Zaragoza de Shashin. No, no me miren raro, ése es el nombre que le daban en los folletos y en los periódicos: "Shashin, copia de la verdad". Se trataba de una exposición de fotografía oriental. Estas "copias de la verdad" eran interesantes, no tanto por las fotografías en sí como por las explicaciones adicionales. Allí aprendí por ejemplo que en Japón (supongo que en el Japón profundo) cuando alguien se muere, le dan un nuevo nombre. Me resultó muy coherente con su concepción cíclica de la vida: uno se muere, es decir, nace a otra vida y al igual que cuando nace aquí se le da un nombre, cuando nace allí se le da otro. Curioso. También aprendí que a los muertos los visten de blanco. Pero no se engañen, aunque me gustó, acabé de castaños, del monte Fuji y de construcciones típicas del Japón, hasta las mismísimas Pagodas. Pero no me quiero ir por los cerros de Hirosima. Mi amigo, fascinado, cuando habíamos salido y nos estábamos echando al cuerpo la pertinente cerveza, me dijo:

-hay que ver, estos orientales, son tan... ...tan... ...tan conceptuales

-No entiendo ¿a qué te refieres? -le dije yo, tratando de adivinar.

-pues hombre fíjate, por ejemplo, en el propio nombre que le dan a la fotografía: Shashin que quiere decir "copia de la verdad"

-bueno, ¿y qué? Fotografía quiere decir Photós y Grafo es decir "la luz en el papel" o si se quiere "la luz escrita" ¡qué genios! ¿no?

Mi amigo se limitó a sonreir de una forma que venía a decir "ná, que no te lo voy a explicar, que no lo entenderías, pero no es lo mismo".

Servidor es un poco zoquete, para qué negarlo, pero quizá por eso me sacan de quicio estas cosas orientales. En fin, que les dejo, que me he alquilado Karate Kid en el video-club, a ver si me empollo todas estas cosas para comprender por qué es más ingenioso el Shashin que la Fotografía.

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Este artículo está rescatado de entre mis archivos antiguos. Supongo que algún día no muy lejano se me acabará el chollo de poder rescatar artículos viejos. Me figuro que entonces se ralentizará el ritmo del blog en estas épocas en las que no sé escribir más de tres frases seguidas.

Lo digo también porque alguno puede pensar en visitar la exposición sobre Shashin que hace ya mucho tiempo que terminó.

Ayer cine...

Fui a ver la comedia argentina "No sos vos, soy yo". Me gustó. Tiene de curioso que es una película argentina que se estrena en España sin que los actores sean los que ya conocemos.

El guión no deja de ser el guión de una comedieta, pero el sentido del humor argentino siempre tiene algo dramático, algo de sórdido, que deja un poso sobre el que reflexionar. Además el cine, como todas las artes debe servir para que de cuando en cuando conozcamos otras situaciones, otras formas de vivir, de sentir,... y ver una película argentina siempre nos aporta el oir hablar en español de otra forma, conocer un poco más sobre un país donde aún son habituales las cintas de cassete, los 2 C.V. de Citroën, o vivir en una terraza techada.

Esta comedia habla de la superación de un dolor, de las injusticias emocionales a las que cualquier abandonado se debe enfrentar, pero suaviza el drama con frases y situaciones ingeniosas salpicadas a lo largo de la proyección.

La banda sonora es otra razón para ver esta película. Andrés Calamaro, Tonino Carotone, y sobre todo 4 ó 5 canciones de Jorge Drexler.

Me gusta el cine argentino. Todo el mundo tiene sus debilidades, por eso puede que no sea objetivo. Quizá tampoco sea objetivo porque fui en muy buena compañía y de esta forma todas las películas parecen valer más de lo que valen.

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Si tu problema tiene solución ¿Para qué te preocupas?. Y si tu problema no tiene solución ¿para qué quieres preocuparte?

No sé si será realmente un proverbio chino, o una frase ingeniosa que alguien decidió que tendría más entidad vendiéndola como tal. De cualquier manera es una frase que a menudo puede sernos útil. Si nos tomáramos menos en serio a nosotros mismos viviríamos mucho más tranquilos.

El éxito en el deporte

Me gusta mucho el deporte. He practicado casi de todo. Portero de balonmano, frontón con pala corta, baloncesto, fútbol sala, natación, montaña... en la mayoría de las disciplinas he sido muy malo, aunque como portero de balonmano conocí algún momento de gloria adolescente.

Ahora me gusta ir a correr. Poca distancia porque mis rodillas protestan. Mi forma de correr es casi ridícula, y además de poco ortodoxa es poco eficiente. Pero me encanta la sensación del sudor cayendo, la respiración entrecortada, sentir el esfuerzo de decirme a mí mismo "un poco más, un poco más". Bajar 10 segundos mi propio récord,...

Mis marcas son ridículas si se comparan con las de casi cualquiera, pero no se trata de batir el récord del mundo, o del barrio, sino sentir que doy hoy más que de lo que dí ayer, o que lo he hecho lo mejor que realmente he podido.

También me gusta ir a nadar. Aquí soy un poco mejor. Nado bastante bien para ser alguien que nada por libre. Ahora estoy en baja forma, y sólo llego a unos 85 ó 90 largos en una hora, pero en mi mejor época llegué a hacerme 100 largos (2500 metros) combinando croll y espalda. La sensación es la misma. "Un largo más, tú puedes, la próxima serie de 10 en menos de 6,36".

Siempre me ha gustado el lado más humano del deporte. El arte del futbolista que mete un gol imposible, el esfuerzo del ciclista que llega el 30 a la meta, pero ha aguantado el calvario para no perder su décimo puesto en la clasificación general. No se trata tanto del éxito absoluto, sino de la superación, del límite de lo que da de sí un cuerpo y es capaz de sufrir un alma.

Me encanta cuando leo las crónicas de Pauner diciendo que aguantaron hasta el último minuto para ver si el tiempo les daba un respiro y podían intentar la cumbre. Aunque luego no la consiguieran.

Actualmente sólo se permite el éxito absoluto, la medalla, ganar un campeonato. Y es una equivocación. El deporte tiene un valor más alto que luchar por ser el mejor. Tiene el valor de la superación, de la lucha aparentemente absurda contra la naturaleza del propio cuerpo, del propio espíritu. Esta lucha, bien enseñada a los más jovenes, les hace más humildes, más fuertes.

Por eso me emociona cuando, en un maratón, el público aplaude al que llega el número cien casi arrastrándose, casi cayéndose, pero sin renunciar a la pequeña satisfacción de cruzar la meta. ¿Hay algo más emocionante que ese esfuerzo?

Yo digo que la eternidad bien pudiera ser...

Cada uno tenemos nuestro propio paraíso.

Para mí la eternidad bien pudiera ser el capítulo 7 de Rayuela leído en un tren París-Avignon, o cantar muy bajito, en un susurro casi inaudible, en el momento oportuno y a la persona oportuna:

"Y si amanece por fin
y el sol incendia el capó de los coches,
baja la persiana.
De ti depende y de mí
que entre los dos siga siendo ayer noche
hoy por la mañana."

Y después silencio y abrazo. Eterno silencio y abrazo.

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A Rafael Alberti el viento le dijo qué era la eternidad:

La eternidad bien pudiera
ser un río solamente,
ser un caballo olvidado
y el zureo
de una paloma perdida.

En cuanto el hombre se aleja
de los hombres, viene el viento
que ya le dice otras cosas,
abriéndole los oídos
y los ojos a otras cosas.

Hoy me alejé de los hombres,
y solo, en esta barranca,
me puse a mirar el río
y vi tan sólo un caballo
y escuché tan solamente
el zureo
de una paloma perdida.

Y el viento se acercó entonces,
como quien va de pasada,
y me dijo:
La eternidad bien pudiera
ser un río solamente
ser un caballo olvidado
y el zureo
de una paloma perdida.

El Sembrador de Prodigios

Leí hace poco "El sembrador de prodigios" de Antón Castro. Es la primera vez que me acerco a un libro de este escritor, periodista, y maestro en esto de mantener un blog.

El sembrador de prodigios es un libro atípico, cuya trama es el camino que lleva a un estudiante gallego de electrónica a acercarse sucesivamente a Lorca, Cervantes, Rosalía de Castro, Rafael Dieste, Camús, Mariano Gistaín, etc. No es un libro que deslumbre con razonamientos complejos, pero proporciona un buen listado de autores y libros a los que acercarse con curiosidad. No creo que Antón haya pretendido hacer una obra que llegue a la masa, un libro cuyo argumento impresione a los adictos a "La Casa de tu Vida". Más bien es un ajuste de cuentas, un agradecimiento en forma de palabras a aquellos que han hecho de él el narrador que es. Con este libro salda la deuda que tiene con sus autores de referencia, que lo son porque su inquietud lectora le llevó a ellos, o porque su trabajo de periodista se los puso en el camino en forma de compañeros y amigos.

Es un libro breve y que se lee con facilidad, aunque se disfruta más leyéndolo despacio para poder asimilar la cantidad de nombres y títulos que en él aparecen. Va de la evocación a la anécdota, no permitiendo en ningún momento que el lector caiga en la tentación de acelerar el paso de su vista por los renglones de sus párrafos.

Supongo que hay que ser alguien especial para que te ocurran anécdotas como las que relata Antón en este volumen. Están relatadas con dulzura y franqueza. Fabuloso el encuentro con Ildefonso Manuel Gil, la entrevista con Cela o la descripción de la forma que tiene Luis Alegre de cautivar a Maribel Verdú. Si no fuera por las anécdotas, el libro no pasaría de ser un simple recuento evocador de los autores que han marcado su forma de vivir. Si no fuera por los recuerdos evocadores "El Sembrador de Prodigios" sería simplemente un libro anecdótico. Pero Antón mezcla con mucho arte estas dos facetas logrando un ritmo suficientemente pausado para lograr el disfrute tranquilo de la lectura y suficientemente animado como para que no decaiga nunca el interés por el siguiente capítulo.

De vuelta de Francia.

Ya he vuelto de mi viaje. Esta vez ha sido más entretenido que el anterior. Por las mañanas ha habido trabajo y más trabajo. Toma de medidas, reuniones insufribles,... pero también ha habido tiempo para conocer nuevos lugares.

El lunes aterricé temprano en París. El que iba a ser mi acompañante en Francia me fue a buscar y me llevó directamente al lugar de nuestra primera visita de trabajo. Estuvimos toda la mañana. Después comimos y conseguimos cierta complicidad tras la amena conversación de la comida. Esta complicidad es difícil de conseguir en estos viajes ya que vas de lado a lado, hablando mucho de trabajo, y dialogando en inglés que no es mi idioma natural, ni era en este caso el de mi acompañante.

Me llevó con el coche a ver París. No es que hiciera una verdadera visita. Fueron apenas dos horas. Lo justo para pasar por delante de los sitios turísticos por excelencia y echar unas pocas fotos. Me acordé de esos turistas que a toda prisa fotografían desde un autobús turístico la Aljafería en Zaragoza o la Sagrada Familia en Barcelona. Aun con todo, estas dos horas fueron suficientes para que yo comprendiera que el misterio de París está en su cielo. No sé explicarlo con palabras, pero el cielo de París tiene algo que ilumina de forma extraña las caras de los enamorados. Esa extraña luz resalta la candidez y la dulzura en la cara de las parejas que pasean olvidándose del resto del mundo. Me llevé la sensación de que debe de ser maravilloso cruzar el Pont des Arts cogido de la mano de tu novia, u observar el rostro de tu enamorada en una cafetería de Saint Germain des Prés. Creo que sólo me decidiré a visitar París por turismo cuando pueda ir con alguien de quien esté enamorado. París será algo así como un himen que no romperé de cualquier manera.

Tras la rápida visita cogimos un TGV a Avignon. En el tren mi compañero tuvo que salir fuera del compartimento casi todo el viaje a saciar sus ansias de nicotina y a despachar asuntos de trabajo por el teléfono móvil. Primeramente encendimos su ordenador portátil para discutir asuntos técnicos. Él hablaba de los cambios que había que hacer en el producto, de las fechas de entrega, de cómo iba a ser el transporte. Yo por mi parte estaba deseando acabar la reunión para observar a la gente que había en el tren, para mirar el paisaje por la ventanilla y para leer. Además llevaba un día muy duro y se me estaba haciendo cuesta arriba seguir hablando en inglés.

My partner stood up. At last! Y, mientras él resolvía esa inquietud que supone para un fumador empedernido estar en un sitio donde fumar está restringidísimo, yo empecé a escribir mentalmente acerca de la magia que París había sido capaz de introducir en mi espíritu en tan solo dos horas. Me quedé absorto en mi evocación y me relajé hasta casi dormirme. Cuando mi cabeza me volvió a pedir algo más de actividad, cogí el libro que llevaba para el viaje: Rayuela. En el orden que yo mismo me había marcado tocaba el capítulo 7. Creo que pocas veces en la vida se puede uno encontrar en una situación como ésa. Un tren a Avignon, en silencio, con la luz de París en la memoria más reciente, descubriendo un nuevo paisaje y leyendo el capítulo 7 de Rayuela. Irrepetible.

Avignon me pareció una ciudad interesante. Quizá demasiado turística. Me pareció que el carácter de la gente era bastante mediterráneo. No eran tan secos y tajantes como en las zonas de la Bretaña y Normandía que conocí en mi anterior viaje. Cenamos en una placeta donde nos atendió la camarera más bella que yo haya visto jamás. Después anduvimos por el pueblo durante un par de horas. Mi compañero tampoco conocía Avignon. Pero tuvimos que irnos rápidamente al hotel ya que al día siguiente debíamos madrugar y hacer una nueva visita con su correspondiente reunión.

El resto del viaje no tuvo mucho interés. En el aeropuerto de Marsella estuve un total de 6 horas. Supongo que todo el mundo ha oído hablar de cómo funciona Iberia, de los retrasos que se producen cuando el destino es Madrid, etc. Pero ni siquiera eso pudo arruinar haber respirado el mismo aire que los enamorados que eran iluminados por el cielo de París.

...

(...)

Entonces te gustará mirar todas las estrellas... Todas serán tus amigas. Y luego te voy a hacer un regalo...

Volvió a reir.

-¡Ah!, hombrecito, hombrecito... ¡Me encanta escuchar tu risa!

-Justamente ése será mi regalo...

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Antoine de Saint Exupéry. El Principito

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Mi post anterior iba a ser el último antes de mi viaje, pero alguien me ha pedido que haga otro. Y no se lo he podido negar. Por eso he extraído estas líneas de El Principito.

Así empieza Tres sombreros de copa...

Así empieza Tres sombreros de copa...

DON ROSARIO. Pase usted, don Dionisio. Aquí, en esta habitación, le hemos puesto el equipaje.

DIONISIO. Pues es una habitación muy mona, don Rosario.

DON ROSARIO. Es la mejor habitación, don Dionisio. Y la más sana. El balcón da al mar. Y la vista es hermosa. (Yendo hacia el balcón)Acérquese. Ahora no se ve bien porque es de noche. Pero, sin embargo, mire usted allí las lucecitas de las farolas del puerto. Hace un efecto muy lindo. Todo el mundo lo dice. ¿Las ve usted?

DIONISIO. No. No veo nada.

DON ROSARIO. Parece usted tonto, don Dionisio.

DIONISIO. ¿Por qué me dice usted eso, caramba?

DON ROSARIO. Porque no ve las lucecitas. Espérese. Voy a abrir el balcón. Así las verá usted mejor.

DIONISIO. No. No, señor. Hace un frío enorme. Déjelo. (Mirando nuevamente)¡Ah! Ahora me parece que veo algo. (Mirando a través de los cristales) ¿Son tres lucecitas que hay a lo lejos?

DON ROSARIO. Sí. ¡Eso!¡Eso!

DIONISIO. ¡Es precioso! Una es roja ¿Verdad?

DON ROSARIO. No. Las tres son blancas. No hay ninguna roja.

DIONISIO. Pues yo creo que una de ellas es roja. La de la izquierda.

DON ROSARIO. No. No puede ser roja. Llevo quince años enseñándoles a todos los huéspedes, desde este balcón, las lucecitas de las farolas del puerto, y nadie me ha dicho nunca que hubiese ninguna roja.

DIONISIO. Pero ¿usted no las ve?

DON ROSARIO. No. Yo no las veo. Yo, a causa de mi vista débil, no las he visto nunca. Esto me lo dejó dicho mi Papá. Al morir mi papá me dijo: "Oye, niño, ven. Desde el balcón de la alcoba rosa se ven tres lucecitas blancas del puerto lejano. Enséñaselas a los huéspedes y se pondrán todos muy contentos..." Y yo siempres se las enseño...

DIONISIO. Pues hay una roja, yo se lo aseguro.

DON ROSARIO. Entonces, desde mañana, les diré a mis huéspedes que se ven tres lucecitas: dos blancas y una roja... Y se pondrán más contentos todavía. ¿Verdad que es una vista encantadora? ¡Pues de día es aún más linda!...

DIONISIO. ¡Claro! De día se verán más lucecitas...

DON ROSARIO. No. De día las apagan.

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Me gustó este libro. Casi no he leído teatro. Es uno de mis complejos como lector. Sin embargo fui capaz de dejarme fascinar por esta obra de Miguel Mihura.

Mañana me voy de viaje de trabajo. Recorreré la parte este de Francia. Serán cinco o seis días. Supongo que el mundo seguirá girando sin la actualización de este espacio.

Esas extrañas personas que viven en Inglaterra...

Esas extrañas personas que viven en Inglaterra...

De mi viaje a Londres, además de la visita a los sitios turísticos por excelencia, lo que me llevo es la impresión de haber conocido un poco mejor a esos seres extraños que viven en Inglaterra.

El sábado fui con mis amigos, y otra pareja que a la vez son amigos de mis amigos, a comer una "Sunday roast dinner". Se trata de una cena típica de la zona. Pedí un filete de pollo asado con dos huevos fritos, por así llamarlos, ya que los hacen a la plancha. Vi que la gente se los comía con tenedor. Eso es algo que mi religión me prohibe, como os podéis imaginar.

Pregunté a mis compañeros de mesa por aquello de aparentar que soy educado.

- Si me como esto untando con pan y con los dedos directamente, ¿llamaré la atención? ¿estaría mal visto?- pregunté.

Supongo que antes de hacer semejante pregunta pensé en mi escasa preparación en protocolo y en que era mejor quedar como un palurdo delante de mis amigos que ante unos extraños. Cosas que tiene haber sido educado en un país donde la murmuración nos crea unos complejos que no tienen explicación.

La cara de asombro de mis compañeros de mesa evidenciaba su sorpresa por la pregunta.

- Esto es Londres -Respondió mi amiga-. Aquí nadie murmura acerca de los demás, ni se fijan en lo que haces o en como vistes. Al contrario que en España, criticar al vecino no es una de sus aficiones favoritas. Daría lo mismo si te lo metieras por la nariz.

Los ingleses tienen sus rarezas. Si en un parquímetro hay que pagar hasta las 6, aunque aparquen a las 6 y media, ellos pagarán. Si ven una cola en el supermercado con quince personas y otra con dos, se pondrán en la de quince. Como peatones son un desastre. Cruzan por donde les viene bien, de improviso, sin preocuparse de que vengan coches o no. En cambio, como conductores son educadísimos. Si les cedes el paso te harán un gesto de agradecimiento con la mano, si ven un peatón pararán para que pase. Esperarán pacientemente a que el de delante vea que el semáforo se ha puesto verde hace ya 10 segundos.

Mi amigo de Londres lo resume muy bien: "Los ingleses tienen cosas en las que son mejores que nosotros, otras en las que son peores, y otras en las que, simplemente, son diferentes".

Lo que ocurre es que tienen menos complejos que nosotros.

Se regodean de que mientras los españoles hacíamos todo el trabajo de extraer el oro de las Indias, o mejor dicho, esclavizar a los que habían de sacarlo, ellos nos esperaban cerca de la costa española para saquearnos y robarnos. Y lo dicen sin complejos. No es que se enorgullezcan, pero tampoco les acompleja. Todos los pueblos tienen su historia, y ésta no es ni buena ni mala, es la que es y conforma la identidad de un país. Y si nos sentimos orgullosos de nuestros padres, aun con las miserias que puedan tener porque todos las tenemos, ¿por qué no sentirnos orgullosos de nuestra identidad?. Allí vi muchas referencias al hecho de que se van a cumplir 200 años de la batalla de Trafalgar. A mis amigos les recomendé el correspondiente episodio de Galdós, ya que han sido invitados a un cóctel de conmemoración de tan gran hecho. En ese libro se puede entender muy bien cómo somos los españoles. Me temo que aquí no habrá más que un par de actos a los que no acudirá nadie.

Iba a contaros pormenorizadamente mi viaje. Lo mucho que me impresionó la catedral católica de Westminster, o mi visita al 221b de Baker Street, donde lo pasé en grande hablando con el Dr. Watson o probándome la gorra de Sherlock Holmes. Pero he preferido no aburriros con aventuras de turista pueblerino que se hace fotos en las cabinas de teléfono inglesas. En mi viaje tuve la suerte de conocer la zona de todas las maneras posibles. Como turista haciendo fotos y andando sin parar, pero también compartiendo una casa en las afueras de Londres. Conociendo historias de inmigrantes españoles allí, observando la forma de vivir del país sajón. Viendo su televisión, comiendo su comida, hablando con sus camareras,... En fin, un viaje completo y ameno. Y lo mejor de todo, con buenos amigos.

...

Llevo quince días en los que lo único que he publicado con algún interés han sido textos escritos hace años.

Estoy preparando un nuevo viaje. Otra vez a Francia, otra vez solo, otra vez por trabajo. Salgo este domingo. Otro fin de semana que me chafan con un viaje de trabajo. Estos viajes tienen su parte interesante. Conocer personas, costumbres, ducharse sin miedo a manchar el suelo del baño, desayunar sin tener que fregar la taza, dormir sin tener que hacer la cama, tiempo para leer... Pero te sientes a menudo muy solo.

Maletas, tren, hotel, avión, visita, más tren, más hotel, carretera, más hotel, avión, más hotel, más tren, terminar la semana cansado, con ganas de contar lo que he observado pero sin tiempo ni tranquilidad para hacerlo.

Tengo varios artículos en mente, pero este ritmo de vida...

Todos los días cuando me levanto pienso que hoy va a ser el día para hacer esto, o lo otro, o echar un café con tal persona, o disculparme con ese amigo por no haberlo llamado, pero luego llego a casa por la tarde, me pongo a limpiar, a cocinar, a planchar y no me da tiempo de nada, llega la noche, y no me quedan ganas más que de leer o de aburrirme un rato antes de ir a la cama. No me extraña que me haya estado arisco los últimos días.

Como se explica en Chica con falda roja en uno de sus artículos recientes, vivimos deprisa, corremos para llegar a casa, al hotel, a nuestro destino pero no sabemos para qué corremos, porque la mayor parte de las veces cuando llegamos nos aburrimos.

Filosofía de bar de estudiantes.

Son las siete de la tarde en la mesa de un bar de estudiantes. Una chica de 19 años se dispone a dejar a su novio.
Su novio es un cincuentón prematuro, nacido en el año 84 por más señas. Aprendiz de filósofo y estudiante de primer año. Un co.

- qué te pasa, boba, que se te ve tan triste. ¿Estás preocupada por algo?

- No, no es nada, es que...

- Venga cuéntamelo ¿qué te pasa?

- Mira cari, he estado pensando.... ...y... ...no sé... ...cómo te diría yo...

- ¿vas a dejarme?...- pregunta incrédulo y sorprendido

...¡vas a dejarme!...

No hace falta ni siquiera un gesto de su novia para que él comprenda.

- No si es que al final, todas sois iguales.-Sentencia antes de levantarse, apurar su cerveza, picar unos cacahuetes e irse.

Mientras, en la barra, un habitual de las tertulias de estudiantes, experto en silencios, escuchador de vocación, decide probar con la camarera:

- Algún día me decido, espero a que termines tu turno, y te llevo al cine.

- Qué original, eres el cuarto que me dice eso en las tres horas que llevo aquí -responde la camarera con sorna.

En ese momento, nuestro amigo quiere que ocurra algo que desvíe la atención de su pretendida, pero no ocurre, y los dos se sostienen la mirada por tres segundos que se convierten en eternos. Acaba rompiendo el silencio la camarera.

- ¿pero sabes qué?

- ... -silencio de dos segundos más.

- Que a ti voy a dejarte que me lleves al cine.

ya he vuelto.

Estoy ya en Zaragoza pero, como os podéis suponer, se me ha acumulado el trabajo durante estos días. Tanto en casa como en la empresa. Tengo en la cabeza varios artículos pero voy a preferir hacerlos con tiempo y pausadamente.

Quiero contar mis paseos por Londres donde no sólo he hecho turismo de postal sino que también he tenido la suerte de compartir unos momentos preciosos con mis amigos emigrantes.

También quiero hacer un artículo para comentar algunos de los últimos libros leídos: El Sembrador de Prodigios de Antón Castro, Tres sombreros de copa de Mihura, y el prometido Los hermanos Karamazov de Dostoievsky.

Poco a poco iré poniendo al día mis obligaciones y sacaré ratos para darle a la tecla.