El Sembrador de Prodigios
Leí hace poco "El sembrador de prodigios" de Antón Castro. Es la primera vez que me acerco a un libro de este escritor, periodista, y maestro en esto de mantener un blog.
El sembrador de prodigios es un libro atípico, cuya trama es el camino que lleva a un estudiante gallego de electrónica a acercarse sucesivamente a Lorca, Cervantes, Rosalía de Castro, Rafael Dieste, Camús, Mariano Gistaín, etc. No es un libro que deslumbre con razonamientos complejos, pero proporciona un buen listado de autores y libros a los que acercarse con curiosidad. No creo que Antón haya pretendido hacer una obra que llegue a la masa, un libro cuyo argumento impresione a los adictos a "La Casa de tu Vida". Más bien es un ajuste de cuentas, un agradecimiento en forma de palabras a aquellos que han hecho de él el narrador que es. Con este libro salda la deuda que tiene con sus autores de referencia, que lo son porque su inquietud lectora le llevó a ellos, o porque su trabajo de periodista se los puso en el camino en forma de compañeros y amigos.
Es un libro breve y que se lee con facilidad, aunque se disfruta más leyéndolo despacio para poder asimilar la cantidad de nombres y títulos que en él aparecen. Va de la evocación a la anécdota, no permitiendo en ningún momento que el lector caiga en la tentación de acelerar el paso de su vista por los renglones de sus párrafos.
Supongo que hay que ser alguien especial para que te ocurran anécdotas como las que relata Antón en este volumen. Están relatadas con dulzura y franqueza. Fabuloso el encuentro con Ildefonso Manuel Gil, la entrevista con Cela o la descripción de la forma que tiene Luis Alegre de cautivar a Maribel Verdú. Si no fuera por las anécdotas, el libro no pasaría de ser un simple recuento evocador de los autores que han marcado su forma de vivir. Si no fuera por los recuerdos evocadores "El Sembrador de Prodigios" sería simplemente un libro anecdótico. Pero Antón mezcla con mucho arte estas dos facetas logrando un ritmo suficientemente pausado para lograr el disfrute tranquilo de la lectura y suficientemente animado como para que no decaiga nunca el interés por el siguiente capítulo.
El sembrador de prodigios es un libro atípico, cuya trama es el camino que lleva a un estudiante gallego de electrónica a acercarse sucesivamente a Lorca, Cervantes, Rosalía de Castro, Rafael Dieste, Camús, Mariano Gistaín, etc. No es un libro que deslumbre con razonamientos complejos, pero proporciona un buen listado de autores y libros a los que acercarse con curiosidad. No creo que Antón haya pretendido hacer una obra que llegue a la masa, un libro cuyo argumento impresione a los adictos a "La Casa de tu Vida". Más bien es un ajuste de cuentas, un agradecimiento en forma de palabras a aquellos que han hecho de él el narrador que es. Con este libro salda la deuda que tiene con sus autores de referencia, que lo son porque su inquietud lectora le llevó a ellos, o porque su trabajo de periodista se los puso en el camino en forma de compañeros y amigos.
Es un libro breve y que se lee con facilidad, aunque se disfruta más leyéndolo despacio para poder asimilar la cantidad de nombres y títulos que en él aparecen. Va de la evocación a la anécdota, no permitiendo en ningún momento que el lector caiga en la tentación de acelerar el paso de su vista por los renglones de sus párrafos.
Supongo que hay que ser alguien especial para que te ocurran anécdotas como las que relata Antón en este volumen. Están relatadas con dulzura y franqueza. Fabuloso el encuentro con Ildefonso Manuel Gil, la entrevista con Cela o la descripción de la forma que tiene Luis Alegre de cautivar a Maribel Verdú. Si no fuera por las anécdotas, el libro no pasaría de ser un simple recuento evocador de los autores que han marcado su forma de vivir. Si no fuera por los recuerdos evocadores "El Sembrador de Prodigios" sería simplemente un libro anecdótico. Pero Antón mezcla con mucho arte estas dos facetas logrando un ritmo suficientemente pausado para lograr el disfrute tranquilo de la lectura y suficientemente animado como para que no decaiga nunca el interés por el siguiente capítulo.
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