panaderías, chinos, todo a cien,..
No sé si habréis pensado cómo la sociedad va tratando de comerse nuestra personalidad. Cómo la televisión elige los músicos que queremos escuchar, o cómo elegimos a un político en función de cómo salga en las fotos. Pero hay ejemplos más sencillos.
En mi barrio hay una pastelería que también despacha pan. Unas fabulosas barras que hacen en el mismo establecimiento. Esta pastelería lleva allí toda la vida y siempre ha servido pan los domingos. Es algo que todos los habitantes del barrio sabemos de siempre.
Hace unos meses pusieron una tienda perteneciente a una franquicia, con su llamativo letrero rojo, su insufrible propaganda en los buzones y una pegatina enorme en la fachada que comunica que ahí se vende pan los domingos. El pan que ofertan no es ni mejor ni peor que el de la panadería, a mí me gusta menos, pero con el pan cada uno tenemos nuestros gustos. A mí me gusta que cruja la corteza y que tenga mucha miga, pero otros prefieren otra variedad.
El pasado domingo fui a la pastelería a comprar pan. Al regresar pasé por la puerta de la nueva tienda, y en la calle había una cola de unas 30 personas, más las que había dentro esperando para poder comprar pan. Me acerqué a un conocido que estaba en la fila, le quedaba un buen rato de espera.
- ¿Qué haces aquí? - pregunté a modo de saludo
- Nada, esperar, ya ves qué cola.
- Chico, si no quieres esperar, también puedes comprar pan en la pastelería de aquí al lado.
- Pues también es verdad, ya ni me acordaba de esa pastelería.
Este muchacho abandonó la cola y fue a la vacía pastelería a comprar pan. Me sorprendió ver que basta un escaparate iluminado, un logotipo moderno, unas tenderas monas y con delantal a juego con la decoración del lugar y un cartel rojo para que nos olvidemos de aquello que hemos hecho durante años.
Tengo otro ejemplo. He sido muy aficionado a las tiendas de "Todo a Cien". Me encantaba pasear entre el desorden en el que de repente te aparecía eso que ni se te había ocurrido que necesitabas y volvías a casa convencido de que a partir de entonces tu vida iba a ser mejor. Esas tiendas degeneraron hasta convertirse en almacenes de todo y tiendas de nada. Ahora, al menos en mi barrio, la gente les llama chinos, porque de alguna extraña manera estos inmigrantes asiáticos se han hecho con todas las tiendas de este tipo.
Ya no vale todo 100 pesetas y ni siquiera tiene todo el mismo precio. Pero seguimos entrando buscando eso que nos ha de hacer más llevadera la vida. Entré hace poco y compré un dosificador de jabón para el baño. El jabón de manos que contenía aromaba mis manos con un agradable olor a limón. A los dos días en un supermercado, entre tetra-briks de leche, bolsas de magdalenas y gel de afeitar, vi un dosificador con aroma de limón con 100 ml más de jabón por el mismo precio. ¿Quién me iba a decir a mí que "el chino" iba a tener peor precio en dosificadores de jabón? Semanas más tarde entré nuevamente a un No-todo-a-cien a comprar un neceser de baño para mis viajes. Los que había eran muy sencillos, con cremallera o botones, de varios colores,... valían 5. Antes de ir a pagarlos se me ocurrió que debía compararlos con los que vendían en una tienda de bolsos y maletas que lleva en el barrio 30 años. Entré en la tienda y me compré sin dudar un neceser con bolsillos, con costuras dobles y reforzadas, con forro interior, departamentos para dejar el cepillo de dientes, o el peine,.... Y todo por 5.50. Cincuenta céntimos más caro, pero quizá el doble de calidad. Eso sí, en el interior una etiqueta decía: "Made in China". Me fascinó ver como sin darnos cuenta, los primeros Todo a Cien, aquellos que realmente tenían todo a cien pesetas, sirvieron de propaganda a los actuales No-todo-a-cien, de manera que es difícil convencer a nadie que vaya a comprar nada a una ferretería, a un bazar, o a una tienda de bolsos de toda la vida. Nuestra vulnerable personalidad no acepta que otra tienda pueda servirnos de un modo más eficiente que estas tiendas "tan baratas".
Creo que es un asunto de comodidad. Me lo han puesto tan fácil, que para qué voy a molestarme en discurrir dónde venderán esto o lo otro si ya sé que el chino lo tiene. Luego querremos figurar como consumidores responsables y decir que comparamos precios.
Hace unos días se me partió la cuchara de madera que usaba para cocinar. Supongo que en la droguería de toda la vida seguirán vendiendo. Aunque por si acaso compararé el precio y la calidad con las que venden en los chinos.
Si en la calle, con tan pocos recursos, nos lavan el cerebro ¿Qué no harán las grandes compañías de discos, las grandes editoriales, los grupos mediáticos, las televisiones, etc. con nuestras opiniones, nuestra forma de actuar o de pensar,...? Supongo que tenemos que asumir que somos vulnerables y luchar contra ello. Pero esa lucha hay que empezar a hacerla en nosotros mismos contra nuestra propia pereza.
En mi barrio hay una pastelería que también despacha pan. Unas fabulosas barras que hacen en el mismo establecimiento. Esta pastelería lleva allí toda la vida y siempre ha servido pan los domingos. Es algo que todos los habitantes del barrio sabemos de siempre.
Hace unos meses pusieron una tienda perteneciente a una franquicia, con su llamativo letrero rojo, su insufrible propaganda en los buzones y una pegatina enorme en la fachada que comunica que ahí se vende pan los domingos. El pan que ofertan no es ni mejor ni peor que el de la panadería, a mí me gusta menos, pero con el pan cada uno tenemos nuestros gustos. A mí me gusta que cruja la corteza y que tenga mucha miga, pero otros prefieren otra variedad.
El pasado domingo fui a la pastelería a comprar pan. Al regresar pasé por la puerta de la nueva tienda, y en la calle había una cola de unas 30 personas, más las que había dentro esperando para poder comprar pan. Me acerqué a un conocido que estaba en la fila, le quedaba un buen rato de espera.
- ¿Qué haces aquí? - pregunté a modo de saludo
- Nada, esperar, ya ves qué cola.
- Chico, si no quieres esperar, también puedes comprar pan en la pastelería de aquí al lado.
- Pues también es verdad, ya ni me acordaba de esa pastelería.
Este muchacho abandonó la cola y fue a la vacía pastelería a comprar pan. Me sorprendió ver que basta un escaparate iluminado, un logotipo moderno, unas tenderas monas y con delantal a juego con la decoración del lugar y un cartel rojo para que nos olvidemos de aquello que hemos hecho durante años.
Tengo otro ejemplo. He sido muy aficionado a las tiendas de "Todo a Cien". Me encantaba pasear entre el desorden en el que de repente te aparecía eso que ni se te había ocurrido que necesitabas y volvías a casa convencido de que a partir de entonces tu vida iba a ser mejor. Esas tiendas degeneraron hasta convertirse en almacenes de todo y tiendas de nada. Ahora, al menos en mi barrio, la gente les llama chinos, porque de alguna extraña manera estos inmigrantes asiáticos se han hecho con todas las tiendas de este tipo.
Ya no vale todo 100 pesetas y ni siquiera tiene todo el mismo precio. Pero seguimos entrando buscando eso que nos ha de hacer más llevadera la vida. Entré hace poco y compré un dosificador de jabón para el baño. El jabón de manos que contenía aromaba mis manos con un agradable olor a limón. A los dos días en un supermercado, entre tetra-briks de leche, bolsas de magdalenas y gel de afeitar, vi un dosificador con aroma de limón con 100 ml más de jabón por el mismo precio. ¿Quién me iba a decir a mí que "el chino" iba a tener peor precio en dosificadores de jabón? Semanas más tarde entré nuevamente a un No-todo-a-cien a comprar un neceser de baño para mis viajes. Los que había eran muy sencillos, con cremallera o botones, de varios colores,... valían 5. Antes de ir a pagarlos se me ocurrió que debía compararlos con los que vendían en una tienda de bolsos y maletas que lleva en el barrio 30 años. Entré en la tienda y me compré sin dudar un neceser con bolsillos, con costuras dobles y reforzadas, con forro interior, departamentos para dejar el cepillo de dientes, o el peine,.... Y todo por 5.50. Cincuenta céntimos más caro, pero quizá el doble de calidad. Eso sí, en el interior una etiqueta decía: "Made in China". Me fascinó ver como sin darnos cuenta, los primeros Todo a Cien, aquellos que realmente tenían todo a cien pesetas, sirvieron de propaganda a los actuales No-todo-a-cien, de manera que es difícil convencer a nadie que vaya a comprar nada a una ferretería, a un bazar, o a una tienda de bolsos de toda la vida. Nuestra vulnerable personalidad no acepta que otra tienda pueda servirnos de un modo más eficiente que estas tiendas "tan baratas".
Creo que es un asunto de comodidad. Me lo han puesto tan fácil, que para qué voy a molestarme en discurrir dónde venderán esto o lo otro si ya sé que el chino lo tiene. Luego querremos figurar como consumidores responsables y decir que comparamos precios.
Hace unos días se me partió la cuchara de madera que usaba para cocinar. Supongo que en la droguería de toda la vida seguirán vendiendo. Aunque por si acaso compararé el precio y la calidad con las que venden en los chinos.
Si en la calle, con tan pocos recursos, nos lavan el cerebro ¿Qué no harán las grandes compañías de discos, las grandes editoriales, los grupos mediáticos, las televisiones, etc. con nuestras opiniones, nuestra forma de actuar o de pensar,...? Supongo que tenemos que asumir que somos vulnerables y luchar contra ello. Pero esa lucha hay que empezar a hacerla en nosotros mismos contra nuestra propia pereza.
2 comentarios
Nevers -
Pues eso.
Julia -
A medida que voy haciendóme mayor, me doy cuenta de que hago lo mismo casi sin darme cuenta...