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Cide Hamete

Consciencia.

Me tumbé boca arriba. Las palmas de las manos mirando al cielo. Los ojos entreabiertos sin fijar la mirada en ningún sitio. Alejé todo pensamiento de mi cabeza y me abandoné al momento y al aire de la mañana que acariciaba mi pecho desnudo. Comencé a concentrarme en mi respiración sin pretender cambiarla, únicamente la observaba. Me di cuenta de lo difícil que es observar la respiración sin alterarla. Sólo concentrándome en ella, tratando de ver cómo estaba respirando, me di cuenta que ella por sí misma se volvía más profunda, más relajada.

Cuando llevaba diez minutos así empecé a observar otras pequeñas señales. Tenía tenso el muslo izquierdo. Observando esa tensión, desapareció sola. Como por arte de magia fui consciente de cada parte de mi cuerpo. En la punta de los dedos notaba la circulación fluida y relajada de la sangre.

Al cabo de otros diez minutos a mi mente asomaron mis miedos, mis dolores emocionales, mis ansias. Entonces vi que observando estas emociones que ahogan el alma a diario, algunas de ellas desaparecían y todas se volvían más intrascendentes.

Durante el resto del día no tuve miedo al futuro, sólo curiosidad por saber cómo era.

6 comentarios

Tana -

:) Buen ejercicio. Habría que repetirlo de vez en cuando. Un bico!!

Antonio -

Te lo "agraddezco" tanto,
que te envío una letra de propina.

Antonio -

Gracias Cide: Acabo de recibir mi "s" por correo electrónico. ¡No sabes cómo te lo agraddezco!

Antonio Pérez Morte -

Querido Cide: En el mensaje anterior he cometido un error mecanográfico. Te envío, entre paréntesis (x) la letra que falta. Devuélveme, lo antes posible la (s) que sobra, por si me hace falta antes de acabar el día: Voy a estar todo el día tecleando.

acróbatas -

guau! me quedé sin palabras...