Aviones, trenes,...
El viaje ha sido muy cansado. Ver, he visto poco. Paisaje. Me he movido en coche por Normandía y la Bretaña francesa. Todo muy verde. Nantes me ha parecido una ciudad curiosa. Con sus casas bajas, las calles quedan muy abiertas al cielo. Pude ver la iglesia del Monte de Saint Michel porque cuando pasé había marea baja (con marea alta no se ve). Crucé el famoso puente de Normandía que podéis ver de aquellas maneras en la foto (está tomada desde el coche). Todo un prodigio de la ingeniería.
En Nantes me enteré de que mi enlace Lyon-Madrid había sido cancelado. Entonces descubrí que mi inglés es mejor que lo que yo creía. De repente, poniendo los cinco sentidos, era capaz de entender todo lo que me decían en los mostradores sin importar la velocidad a la que hablaran.
Finalmente pasé la noche en Barcelona. Tengo ciertas amistades en Barcelona que siempre están deseosas de verme por ahí. Es toda una fortuna. Esta vez pude compartir mesa, paseo, confidencias y mucho más con Irenia que siempre está ahí deseando enseñarte un rinconcito nuevo de su ciudad o de su alma.
Viajar con tanto dinero como puso a mi disposición la empresa es otra cosa. Todos los problemas que genera una cancelación se solucionan con una llamada de teléfono. "Anula el hotel de Madrid, nos olvidamos del AVE que ya hemos comprado y cogemos hotel en Barcelona y Altaria a Zaragoza para mañana". Estas cosas te las piensas más cuando dependen de tu bolsillo. Supongo que ser rico es viajar así pero además poder visitar pausadamente esas ciudades. La verdad es que yo no estoy acostumbrado a las atenciones con que te obsequian en estos hoteles, aviones, restaurantes ni a todas las posibilidades que te ofrece una Visa que no es tuya. Tengo una mentalidad más austera. El trayecto Barcelona-Zaragoza lo hice en clase turista porque no me parecía bien pagar (es decir, que la empresa pagara) 20 euros por el sandwich que te dan en clase preferente, y que probablemente no iba a tomar. En mi empresa no comprenden estas cosas, "¡pero chico!, si paga la empresa. Además te puede apetecer algo a mitad de viaje". Y sé que no es muy normal pensar de esta manera, pero es que supongo que soy un mochilero en espíritu. Me llegan incluso a irritar cosas como la sonrisa postiza del personal masculino de los aviones. Y me refiero al personal masculino, porque tengo la sensación de que las mujeres son mucho más naturales para estas cosas. Te sonríen cuando se dirigen a ti y punto. No son necesarias esas sonrisas mientras estás comprobando que todo el mundo lleva el cinturón o mientras viertes el zumo en el vaso.
Una vez más la mejor compañía del viaje la he tenido en un libro. Acariciarlo mientras miras por la ventanilla del avión, leer mientras esperas que abran la puerta de embarque, llegar al hotel, tumbarte y abrirlo,... ¡qué suerte haberme llevado un buen libro en este viaje!.
En Nantes me enteré de que mi enlace Lyon-Madrid había sido cancelado. Entonces descubrí que mi inglés es mejor que lo que yo creía. De repente, poniendo los cinco sentidos, era capaz de entender todo lo que me decían en los mostradores sin importar la velocidad a la que hablaran.
Finalmente pasé la noche en Barcelona. Tengo ciertas amistades en Barcelona que siempre están deseosas de verme por ahí. Es toda una fortuna. Esta vez pude compartir mesa, paseo, confidencias y mucho más con Irenia que siempre está ahí deseando enseñarte un rinconcito nuevo de su ciudad o de su alma.
Viajar con tanto dinero como puso a mi disposición la empresa es otra cosa. Todos los problemas que genera una cancelación se solucionan con una llamada de teléfono. "Anula el hotel de Madrid, nos olvidamos del AVE que ya hemos comprado y cogemos hotel en Barcelona y Altaria a Zaragoza para mañana". Estas cosas te las piensas más cuando dependen de tu bolsillo. Supongo que ser rico es viajar así pero además poder visitar pausadamente esas ciudades. La verdad es que yo no estoy acostumbrado a las atenciones con que te obsequian en estos hoteles, aviones, restaurantes ni a todas las posibilidades que te ofrece una Visa que no es tuya. Tengo una mentalidad más austera. El trayecto Barcelona-Zaragoza lo hice en clase turista porque no me parecía bien pagar (es decir, que la empresa pagara) 20 euros por el sandwich que te dan en clase preferente, y que probablemente no iba a tomar. En mi empresa no comprenden estas cosas, "¡pero chico!, si paga la empresa. Además te puede apetecer algo a mitad de viaje". Y sé que no es muy normal pensar de esta manera, pero es que supongo que soy un mochilero en espíritu. Me llegan incluso a irritar cosas como la sonrisa postiza del personal masculino de los aviones. Y me refiero al personal masculino, porque tengo la sensación de que las mujeres son mucho más naturales para estas cosas. Te sonríen cuando se dirigen a ti y punto. No son necesarias esas sonrisas mientras estás comprobando que todo el mundo lleva el cinturón o mientras viertes el zumo en el vaso.
Una vez más la mejor compañía del viaje la he tenido en un libro. Acariciarlo mientras miras por la ventanilla del avión, leer mientras esperas que abran la puerta de embarque, llegar al hotel, tumbarte y abrirlo,... ¡qué suerte haberme llevado un buen libro en este viaje!.
6 comentarios
Antonio -
Cide -
acróbatas -
Anónimo -
Gracias por compartir con nosotros tus experiencias.
Juls -
Irenia -
Algunas veces, de forma inesperada, la vida nos regala sorpresas agradables como esa noche.