Carmen Calvo, mi ministra favorita.
Cada vez que hay un cambio de gobierno en Madrid o en la Aljafería trato de encontrar un ministro, consejero,etc. que por alguna razón me sea interesante seguir. Hasta hace poco en el actual gobierno PSOE me era difícil decir cual era "mi ministro favorito". Con el PP tampoco fue sencillo, porque los primeros cuatro años Esperanza Aguirre lo puso muy fácil, pero los cuatro últimos me costaba decidir si me gustaba más Trillo y su "¡Viva Honduras!" o el propio presidente con sus fenomenales discursos sobre los niños, lo mucho que le gustaban los niños, lo necesarios que son los niños,... sin olvidar esa fenomenal respuesta a un periodista americano. "Estamos trabajando en ello, y hemos dedicado tiempo ayer por la noche y esta mañana a trabajar en ello, exactamente". Una joya de la literatura actual mientras se decidía ir a la guerra.
Como digo, en el gobierno actual de España empiezo a decantarme por la ministra de (¿)Cultura(?). Una mujer que, a la semana de llegar al cargo, ya calculó mal el IVA que podía poner a los libros; después se lució en la preparación del centenario del Quijote, que sinceramente no sé si conseguirá muchos lectores con esos conciertos de rock tan en la línea de la novela. El nombramiento de Rosa Regás como directora de la Biblioteca Nacional también le hizo ganar posiciones para convertirse en mi ministra favorita. Lo de que haya sido "consejera antes que fraila" es casi una gracia ante la que se puede incluso sonreir. Creo que no debió ser una equivocación ni una metedura de pata, sino el intento de hacer una gracia. No tiene la importancia que le han querido dar algunos aprovechando para ponerla en ridículo. Si esta ministra es ridícula no es por sus "gracias" lingüísticas. Pero claro está que en la política española vamos siempre a la anécdota, a aprovechar la mínima oportunidad para mandar a la hoguera al contrario de turno. Cuánto me gustaría que el nombramiento de Rosa Regás o el programa de actos del centenario del Quijote hubieran generado tantos artículos de opinión como este refrán trastocado.
Seguiré con interés las declaraciones y decisiones de esta ministra porque ya digo que es "mi favorita", pero trataré de no dejarme llevar por los comentarios partidistas ni las meadas fuera de tiesto de algunos periodistas.
Como digo, en el gobierno actual de España empiezo a decantarme por la ministra de (¿)Cultura(?). Una mujer que, a la semana de llegar al cargo, ya calculó mal el IVA que podía poner a los libros; después se lució en la preparación del centenario del Quijote, que sinceramente no sé si conseguirá muchos lectores con esos conciertos de rock tan en la línea de la novela. El nombramiento de Rosa Regás como directora de la Biblioteca Nacional también le hizo ganar posiciones para convertirse en mi ministra favorita. Lo de que haya sido "consejera antes que fraila" es casi una gracia ante la que se puede incluso sonreir. Creo que no debió ser una equivocación ni una metedura de pata, sino el intento de hacer una gracia. No tiene la importancia que le han querido dar algunos aprovechando para ponerla en ridículo. Si esta ministra es ridícula no es por sus "gracias" lingüísticas. Pero claro está que en la política española vamos siempre a la anécdota, a aprovechar la mínima oportunidad para mandar a la hoguera al contrario de turno. Cuánto me gustaría que el nombramiento de Rosa Regás o el programa de actos del centenario del Quijote hubieran generado tantos artículos de opinión como este refrán trastocado.
Seguiré con interés las declaraciones y decisiones de esta ministra porque ya digo que es "mi favorita", pero trataré de no dejarme llevar por los comentarios partidistas ni las meadas fuera de tiesto de algunos periodistas.
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