Dioni, el paraguayo que vino a trabajar.
Ayer conocí a una de esas personas especiales con las que te encuentras muy de vez en cuando. Un amigo común nos presentó. Se trata de Dionisio, un paraguayo que actualmente reside en Zaragoza.
Dionisio trabaja cuidando a un diplomático ya anciano. De su trabajo dice que es una experiencia humana incomparable, y que cada día aprende algo nuevo. No es fácil encontrar a un hombre haciendo un trabajo como ése.
Dioni fue profesor de los hijos del actual presidente del Paraguay, pero eso no impidió que un día decidiera que tenía que buscarse la vida al otro lado del Atlántico. Nos presentó a tres bellísimas amigas. También latinoamericanas. Una de ellas lleva ya un año entre nosotros, y curiosamente aún no había pisado ningún bar del Casco Viejo. Nos sorprendió eso, pero ellos no terminaban de entender el porqué de nuestra sopresa. ¿Tan raro es no salir de bares durante un año?
Dionisio es una persona culta, licenciada en Filosofía y Psicología, admirador de los pensamientos de Ortega, conocedor de la historia de España, y católico convencido. Es enriquecedor ver nuestros problemas políticos vistos desde el punto de vista de una persona como Dioni. "España tiene un serio problema a medio plazo frente a Europa por no saber qué quiere ser".
Su forma de hablar es educada, como la de casi todos los americanos. Utiliza un vocabulario mucho más amplio que el que estamos acostumbrados a escuchar en un país que cada vez simplifica más su capacidad de expresarse. Recordábamos a Pérez-Reverte cuando dice que en México te atracan a punta de pistola y te dicen "¿Será usted tan amable de darme el dinero que lleve?" Se puede ser un delincuente, pero perder la educación nunca. También me acordaba de aquel campesino que había perdido todo en un terremoto y que decía en medio del dolor y sollozando que "mi casa ha sido engullida por la tierra, me encuentro consternado". Y es que es cierto eso de que cualquier campesino de latinoamérica hablan mejor que la mayoría de profesores universitarios de España.
Se retiró pronto; a eso de las 3 de la mañana.
- ¿Ya te vas? ¡Si es muy pronto!
- Sí, es que mañana trabajo.
- ¿También los domingos te hacen ir a trabajar? -dije compadeciéndolo.
- Claro que sí, piensa que yo vine a España a esto, a trabajar. - Respondió medio sorprendido y medio ofendido por mi absurda compasión.
Dioni querría trabajar en otra cosa, prosperar, pero sabe a qué vino a España, lo asume y trata de que sea una experiencia enriquecedora. Y conseguir experiencias enriquecedoras depende a menudo más de la forma de enfrentarte a tu vida que de las situaciones que la casualidad vaya poniendo en tu camino.
Dionisio trabaja cuidando a un diplomático ya anciano. De su trabajo dice que es una experiencia humana incomparable, y que cada día aprende algo nuevo. No es fácil encontrar a un hombre haciendo un trabajo como ése.
Dioni fue profesor de los hijos del actual presidente del Paraguay, pero eso no impidió que un día decidiera que tenía que buscarse la vida al otro lado del Atlántico. Nos presentó a tres bellísimas amigas. También latinoamericanas. Una de ellas lleva ya un año entre nosotros, y curiosamente aún no había pisado ningún bar del Casco Viejo. Nos sorprendió eso, pero ellos no terminaban de entender el porqué de nuestra sopresa. ¿Tan raro es no salir de bares durante un año?
Dionisio es una persona culta, licenciada en Filosofía y Psicología, admirador de los pensamientos de Ortega, conocedor de la historia de España, y católico convencido. Es enriquecedor ver nuestros problemas políticos vistos desde el punto de vista de una persona como Dioni. "España tiene un serio problema a medio plazo frente a Europa por no saber qué quiere ser".
Su forma de hablar es educada, como la de casi todos los americanos. Utiliza un vocabulario mucho más amplio que el que estamos acostumbrados a escuchar en un país que cada vez simplifica más su capacidad de expresarse. Recordábamos a Pérez-Reverte cuando dice que en México te atracan a punta de pistola y te dicen "¿Será usted tan amable de darme el dinero que lleve?" Se puede ser un delincuente, pero perder la educación nunca. También me acordaba de aquel campesino que había perdido todo en un terremoto y que decía en medio del dolor y sollozando que "mi casa ha sido engullida por la tierra, me encuentro consternado". Y es que es cierto eso de que cualquier campesino de latinoamérica hablan mejor que la mayoría de profesores universitarios de España.
Se retiró pronto; a eso de las 3 de la mañana.
- ¿Ya te vas? ¡Si es muy pronto!
- Sí, es que mañana trabajo.
- ¿También los domingos te hacen ir a trabajar? -dije compadeciéndolo.
- Claro que sí, piensa que yo vine a España a esto, a trabajar. - Respondió medio sorprendido y medio ofendido por mi absurda compasión.
Dioni querría trabajar en otra cosa, prosperar, pero sabe a qué vino a España, lo asume y trata de que sea una experiencia enriquecedora. Y conseguir experiencias enriquecedoras depende a menudo más de la forma de enfrentarte a tu vida que de las situaciones que la casualidad vaya poniendo en tu camino.
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