Mi Matrimonio.
Estoy casado conmigo mismo. Pero estoy pasando una mala racha en mi relación y me estoy planteando pedir el divorcio. A lo mejor un consejero matrimonial nos funcionaría, pero yo mismo me niego a ir porque no creo en esas cosas.
La verdad, nuestra relación está convirtiéndose en una monotonía insoportable. Yo me quiero, pero a mi pareja le falta entrega. Yo agradecería que de vez en cuando me acariciara sin motivo, me felicitara cuando una comida me sale especialmente buena,etc. En definitiva, que me tuviera un poco más de estima.
A lo mejor es que pasamos demasiado tiempo juntos. Compartimos todo. A mí nunca me ha importado estar conmigo mismo en cualquier situación. Incluso compartimos el baño, nos duchamos juntos, dormimos siempre juntos... Nunca hemos pasado una noche el uno sin el otro. No sé, yo me cuido bastante, a lo mejor si me abandonara un poquito, me daría cuenta de lo necesario que soy para mí mismo.
La verdad es que los cabreos, la situación que atravesamos como pareja es culpa de los dos. Nos hemos convertido en seres un poco egoístas, siempre pensando en nosotros mismos. Donde más lo noto es en el sexo. Como cualquier pareja hemos tenido encuentros mejores y peores, pero últimamente resulta todo muy rutinario. Parece que no me entrego como siempre, que lo hago por cumplir. Debo reconocer que me molesta. Incluso alguna vez, buscando nuevas sensaciones, me he sido infiel. Y además confieso que disfruto siéndome infiel de vez en cuando. He llegado a meditar el decirle a mi pareja que deberíamos tener relaciones con otras personas. Pero me da miedo lo que pueda pensar. A lo mejor cree que me estoy convirtiendo en un depravado. Aunque me conoce muy bien, y sabe hasta qué punto lo soy.
A veces yo mismo puedo ser encantador conmigo. Hace unos días vine a casa con un regalo. Un libro. La verdad es que casi siempre tengo la extraña habilidad de acertar con los regalos que me apetece recibir. Me parece encantador que tenga esos detalles. Aunque cada vez se prodiga menos en este tipo de atenciones. La verdad es que me quiero, soy una persona muy especial y sé como tratarme, pero a veces la convivencia conmigo es como una pesadilla de la que me gustaría librarme. Por otro lado, me da miedo plantear lo del divorcio. ¿Qué sería de mí, sin mí? ¿Quién me iba a querer? No sé, quizá me encontraría demasiado solo. Cuando me da por pensar eso, acabo perdonándome. Siempre me doy una nueva oportunidad. También es verdad que mi pareja me suele perdonar mis infidelidades, de las que no sé muy bien cómo, pero siempre se entera. Seguro que tengo algún amigo traidor que se lo cuenta.
No sé muy bien qué hacer para salvar mi matrimonio. Lo cierto es que no voy a encontrar alguien como yo, pero también es cierto, que si no me deshago de mí mismo, no voy a ser capaz de aprender a ser yo. Siempre me he sentido un 50% de un todo.
Supongo que no me va a quedar otra que seguir aguantando, tratar de ser amable conmigo mismo,... Eso sí, nos tenemos que replantear qué tipo de relación queremos, porque yo no estoy dispuesto a estar eternamente a la gresca. Igual trato de meter a alguien más, y ser una pareja moderna de esas que son tres, o cuatro. Pero lo que tengo claro es que quieras que no, son muchos años de relación, y tirar por la borda una historia tan bonita como la nuestra no es una decisión fácil. Porque aunque tengamos nuestros altibajos, hemos superado todo juntos, y siempre me he tenido ahí para enfrentarme al mundo. Además sospecho que hay un "algo" que no sé si llamarlo compromiso o cómo llamarlo, que nos une hasta que la muerte nos separe.
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Este texto lo escribí originalmente para el foro de Lectores. Es mi idea recuperar de cuando en cuando alguno de estos textos.
La verdad, nuestra relación está convirtiéndose en una monotonía insoportable. Yo me quiero, pero a mi pareja le falta entrega. Yo agradecería que de vez en cuando me acariciara sin motivo, me felicitara cuando una comida me sale especialmente buena,etc. En definitiva, que me tuviera un poco más de estima.
A lo mejor es que pasamos demasiado tiempo juntos. Compartimos todo. A mí nunca me ha importado estar conmigo mismo en cualquier situación. Incluso compartimos el baño, nos duchamos juntos, dormimos siempre juntos... Nunca hemos pasado una noche el uno sin el otro. No sé, yo me cuido bastante, a lo mejor si me abandonara un poquito, me daría cuenta de lo necesario que soy para mí mismo.
La verdad es que los cabreos, la situación que atravesamos como pareja es culpa de los dos. Nos hemos convertido en seres un poco egoístas, siempre pensando en nosotros mismos. Donde más lo noto es en el sexo. Como cualquier pareja hemos tenido encuentros mejores y peores, pero últimamente resulta todo muy rutinario. Parece que no me entrego como siempre, que lo hago por cumplir. Debo reconocer que me molesta. Incluso alguna vez, buscando nuevas sensaciones, me he sido infiel. Y además confieso que disfruto siéndome infiel de vez en cuando. He llegado a meditar el decirle a mi pareja que deberíamos tener relaciones con otras personas. Pero me da miedo lo que pueda pensar. A lo mejor cree que me estoy convirtiendo en un depravado. Aunque me conoce muy bien, y sabe hasta qué punto lo soy.
A veces yo mismo puedo ser encantador conmigo. Hace unos días vine a casa con un regalo. Un libro. La verdad es que casi siempre tengo la extraña habilidad de acertar con los regalos que me apetece recibir. Me parece encantador que tenga esos detalles. Aunque cada vez se prodiga menos en este tipo de atenciones. La verdad es que me quiero, soy una persona muy especial y sé como tratarme, pero a veces la convivencia conmigo es como una pesadilla de la que me gustaría librarme. Por otro lado, me da miedo plantear lo del divorcio. ¿Qué sería de mí, sin mí? ¿Quién me iba a querer? No sé, quizá me encontraría demasiado solo. Cuando me da por pensar eso, acabo perdonándome. Siempre me doy una nueva oportunidad. También es verdad que mi pareja me suele perdonar mis infidelidades, de las que no sé muy bien cómo, pero siempre se entera. Seguro que tengo algún amigo traidor que se lo cuenta.
No sé muy bien qué hacer para salvar mi matrimonio. Lo cierto es que no voy a encontrar alguien como yo, pero también es cierto, que si no me deshago de mí mismo, no voy a ser capaz de aprender a ser yo. Siempre me he sentido un 50% de un todo.
Supongo que no me va a quedar otra que seguir aguantando, tratar de ser amable conmigo mismo,... Eso sí, nos tenemos que replantear qué tipo de relación queremos, porque yo no estoy dispuesto a estar eternamente a la gresca. Igual trato de meter a alguien más, y ser una pareja moderna de esas que son tres, o cuatro. Pero lo que tengo claro es que quieras que no, son muchos años de relación, y tirar por la borda una historia tan bonita como la nuestra no es una decisión fácil. Porque aunque tengamos nuestros altibajos, hemos superado todo juntos, y siempre me he tenido ahí para enfrentarme al mundo. Además sospecho que hay un "algo" que no sé si llamarlo compromiso o cómo llamarlo, que nos une hasta que la muerte nos separe.
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Este texto lo escribí originalmente para el foro de Lectores. Es mi idea recuperar de cuando en cuando alguno de estos textos.
3 comentarios
Irenia -
Cide -
Agradezco de corazón tu visita.
Javier -
Ánimo con tu blog. Me parece muy interesante y muy bien escrita.
Un abrazo