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Cide Hamete

¿Tú quieres un show? ¡Nosotros tenemos un show!

Esa fue la tarjeta de presentación de Los Toreros Muertos. Una tarjeta que podría definir muy bien la forma de hacer las cosas de Pablo Carbonell. Empezaron prometiendo un show, y no se limitaron a organizar una simple corrida de toros, con primeras figuras, sino que, como si de un "más difícil todavía" se tratara, organizaron esa corrida con Toreros Muertos. Antonio Bienvenida con una tirita en la herida, y Manolete con una mano en el boquete.

El humor de Carbonell roza a menudo el mal gusto y la perversión, pero eleva la ordinariez al grado de arte. Mezcla situaciones diarias -a menudo muy duras- con grandes historias.

Recuerdo una entrevista en Radio Zaragoza. Le llamaron a su casa porque esa tarde actuaba en la capital del cierzo. "Me pilláis recién levantado. Estaba preparándome unos huevos fritos y una longaniza frita para desayunar. Esta no es manera de recibir visitas, estoy sin duchar y huelo fatal". Sospecho que es un tipo cuya sola presencia genera anécdotas divertidísimas. Recuerdo también una actuación en televisión con Raimundo Amador en la que a dueto se disponían a cantar "Qué gustito pa mis orejas" cuya letra es del fantástico Pablo. El presentador en una maravillosa torpeza preguntó algo así como que en qué se había inspirado. Pablo, que suele ser directo y hablar de la realidad con una naturalidad casi soez, le dijo sorprendido que se trataba de "una comida de coño a su novia en toda regla". La cara de sorpresa de Raimundo Amador fue indescriptible. Llevaba meses promocionando esa canción y de repente comprendía lo que estaba cantando.

Soy el último mono de la nasa, el que limpia la galaxia.
Quiero cantar o ser modelo, cualquier cosa por salir del pueblo.

En el cine también tiene una carrera que, cuando menos, resulta curiosa. No es que sea un gran actor, ni falta que le hace. Sin embargo su particular forma de hacer las cosas le hace idóneo para algunos papeles. Me gustó "Obra maestra", que además nos proporcionó el cameo más divertido que Luis Alegre haya hecho nunca. Pero sin duda, la película en la que mejor queda reflejada su forma de entender el arte es "Atún y Chocolate", en la que es director, guionista y protagonista. No es una película técnicamente perfecta, ni mucho menos, pero se deja ver. Utiliza un humor sórdido, a veces de forma extrema, y está llena de detalles divertidos como el cartel del Colegio Público Javier Krahe. Como todas las grandes historias tiene muchas lecturas. La mía -que no tiene por que coincidir con la de nadie más- es la de una película sobre la ternura. Eso sí, la ternura según Pablo Carbonell. Porque la ternura no consiste en el absurdo cruce de sonrisas entre Julia Roberts y Hugh Grant en Nothing Hill. También se podría hablar de una película sobre la miseria de Barbate, o sobre un tipo que se busca la vida como puede. O la de un miserable feliz, o la de un enamorado sin recursos. Su pelea con la vida y su triunfo continuo sobre la miseria resulta francamente bello.

Nunca será reconocido como un gran artista, ni se le pondrá esa horrible etiqueta de "imprescindible" pero, una vez más, ni falta que le hace.

4 comentarios

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Patience is most bitter, yet most sweet the fruit it birth

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Just shows that writing via practical knowledge brings so considerably depth and relevance to kinds readers. Thank you for sharing.

Cide -

Cuento con tu visita, ya lo sabes.

Jts -

¡Enhorabuena Sergio! Recibí tu email y veo que no pierdes el tiempo. Espero seguirte habitualmente. Un abrazo, J. ;)