¡Pero qué nerviosos estamos!
Ayer vine en coche a trabajar. Yo conduzco bastante mal. No por temerario, sino más bien por todo lo contrario. Un conductor que llevaba detrás en el barrio de Valdefierro me increpó de forma bastante grosera porque en un exceso de precaución, dejé pasar a un camión que venía de frente antes de girar a la izquierda en una calle de doble dirección. Este exceso de precaución le hizo perder a este hombre no más de 15 segundos de su valiosísimo tiempo.
Por la tarde llevé mi vehículo al taller. El taller al que suelo ir tiene una entrada un poco complicada y, como lo sé, lo aparco de forma ajustada en doble fila mientras sale el mecánico y se hace cargo de meterlo dentro del establecimiento. El mecánico es de confianza y además tiene muy bien cogido el tino a la puerta de su taller, ya que está metiendo y sacando coches todo el día. Ayer lo puse en doble fila y los coches pasaban sin demasiado apuro por el resto de la calle. A todo esto llegó una furgoneta que, de haber apurado un poco menos podría haber pasado, pero decidió pegarse a mi coche y en los 30 segundos que transcurrieron mientras mi mecánico lo arrancaba, se puso a decir que hacía falta ser gilipollas para dejar ahí el coche.
- Señor, disculpe, pero si me ha de tratar de gilipollas creo que deberíamos presentarnos primero.-le contesté socarronamente.
- Es que tendrías que tener al menos un dedo de frente y no dejar el coche así, imbécil.
Mi mecánico me hizo un gesto, y me quedé esperando a que diera la vuelta a la manzana para poder intentar la maniobra que era ya imposible por lo pegada que estaba la furgoneta. Lo más sorprendente es que el conductor de la furgoneta la dejó 50 metros más adelante en doble fila mientras descargaba mercancía, haciendo parar todo el tráfico.
- No te des mal, es que este hombre debe llevar mucho tiempo sin follar y se le ha agriado el carácter -me dijo mi mecánico-. Yo, porque me tengo que llevar bien con el vecindario que si no, le habría puesto verde.
Hoy el conductor del autobús ha despertado a los vecinos de la plaza Europa con su concierto de bocina porque un coche que llevaba delante iba a la insoportable velocidad de 40 km. por hora mientras iba buscando por qué calle debía meterse.
En definitiva, no sé si será el calor o no la causa, pero la gente vive muy alterada, sobre todo cuando agarra un volante. A las personas de esta ciudad les hacen falta unas buenas vacaciones, incluido a mí.
Por la tarde llevé mi vehículo al taller. El taller al que suelo ir tiene una entrada un poco complicada y, como lo sé, lo aparco de forma ajustada en doble fila mientras sale el mecánico y se hace cargo de meterlo dentro del establecimiento. El mecánico es de confianza y además tiene muy bien cogido el tino a la puerta de su taller, ya que está metiendo y sacando coches todo el día. Ayer lo puse en doble fila y los coches pasaban sin demasiado apuro por el resto de la calle. A todo esto llegó una furgoneta que, de haber apurado un poco menos podría haber pasado, pero decidió pegarse a mi coche y en los 30 segundos que transcurrieron mientras mi mecánico lo arrancaba, se puso a decir que hacía falta ser gilipollas para dejar ahí el coche.
- Señor, disculpe, pero si me ha de tratar de gilipollas creo que deberíamos presentarnos primero.-le contesté socarronamente.
- Es que tendrías que tener al menos un dedo de frente y no dejar el coche así, imbécil.
Mi mecánico me hizo un gesto, y me quedé esperando a que diera la vuelta a la manzana para poder intentar la maniobra que era ya imposible por lo pegada que estaba la furgoneta. Lo más sorprendente es que el conductor de la furgoneta la dejó 50 metros más adelante en doble fila mientras descargaba mercancía, haciendo parar todo el tráfico.
- No te des mal, es que este hombre debe llevar mucho tiempo sin follar y se le ha agriado el carácter -me dijo mi mecánico-. Yo, porque me tengo que llevar bien con el vecindario que si no, le habría puesto verde.
Hoy el conductor del autobús ha despertado a los vecinos de la plaza Europa con su concierto de bocina porque un coche que llevaba delante iba a la insoportable velocidad de 40 km. por hora mientras iba buscando por qué calle debía meterse.
En definitiva, no sé si será el calor o no la causa, pero la gente vive muy alterada, sobre todo cuando agarra un volante. A las personas de esta ciudad les hacen falta unas buenas vacaciones, incluido a mí.
3 comentarios
Nevers -
acróbatas -
Irenia -
Ánimo que ya falta menos para las vacaciones.
Feliz día.
Besos.